
La Fórmula 1 está atravesando una nueva reconfiguración de su calendario, y no todos están contentos. En Italia, la noticia de que Imola quedará fuera de la temporada 2026 ha generado una ola de críticas y descontento entre aficionados, autoridades y expertos del automovilismo. El mítico Autódromo Enzo e Dino Ferrari, sede del Gran Premio de Emilia-Romaña, no logró asegurar su lugar en un campeonato cada vez más globalizado y comercial.
Una baja que se siente en lo deportivo y en lo emocional
Imola, con su historia cargada de gloria y tragedia —incluido el fatal accidente de Ayrton Senna en 1994—, es uno de los circuitos más emblemáticos del mundo. Su ausencia no es simplemente una modificación en la agenda: para los italianos, es una herida a la identidad automovilística nacional.
El vicepresidente de la región Emilia-Romaña, Andrea Corsini, calificó la decisión de “inaceptable” y responsabilizó a Liberty Media, el grupo estadounidense que gestiona la Fórmula 1, de priorizar intereses comerciales por encima del legado deportivo. También lamentó que el gobierno italiano no haya intervenido con suficiente fuerza para asegurar la permanencia del evento.
¿El problema? Dinero… y geopolítica
La exclusión de Imola no parece responder a razones deportivas. Según diversos medios italianos, se debe a un complejo juego de intereses en el que los países que pagan más por albergar un Gran Premio tienen mayores posibilidades de quedarse con un lugar en el calendario. De hecho, el número de carreras en países de Medio Oriente y Asia ha aumentado considerablemente, mientras que Europa pierde peso.
Italia seguirá teniendo representación gracias al GP de Monza, pero la pérdida de Imola —que regresó al calendario en 2020 tras años de ausencia y se consolidó rápidamente como un favorito del público— es vista como una señal de alerta.
Un grito de alerta para Europa
La situación de Imola podría ser la antesala de lo que vivirán otros circuitos históricos en Europa. Zandvoort, Spa-Francorchamps o incluso Mónaco no tienen asegurada su continuidad en el largo plazo. La F1 moderna parece orientarse cada vez más hacia circuitos callejeros en grandes metrópolis o destinos exóticos que garantizan ingresos millonarios por turismo y derechos televisivos.
¿Es este el camino correcto?
Muchos fanáticos y periodistas especializados se preguntan si esta expansión global, aunque financieramente atractiva, no está socavando el alma del deporte. Las críticas a Liberty Media van en aumento, especialmente en países con tradición automovilística, donde el público no solo busca espectáculo, sino también una conexión emocional con la historia.
Por ahora, Imola dice adiós. Pero el ruido que ha generado su salida demuestra que el debate sobre el futuro de la Fórmula 1 recién empieza.