
Subir al coche tras dejarlo al sol puede sentirse como entrar a un horno. Aunque muchos lo toman como una molestia pasajera, lo cierto es que el calor extremo en el interior del vehículo puede convertirse en un riesgo real tanto para tu salud como para la seguridad al volante. En este artículo te explicamos qué ocurre exactamente dentro del habitáculo cuando el sol aprieta, qué consecuencias puede tener y cómo protegerte a vos, a tus acompañantes y al vehículo mismo.
El “efecto invernadero” sobre ruedas
Cuando un auto permanece bajo el sol, sus superficies de vidrio permiten el ingreso de la radiación solar, pero dificultan su salida. Este fenómeno, conocido como efecto invernadero, provoca que la temperatura interior aumente rápidamente. Basta con 10 minutos para que el calor suba más de 10 grados, incluso en días donde la temperatura exterior es moderada.
En días calurosos, el interior de un coche puede superar fácilmente los 60 °C, y algunas superficies como el salpicadero o los asientos oscuros pueden alcanzar los 85 °C. Estos niveles no solo resultan incómodos, sino también peligrosos.
Golpe de calor: un riesgo silencioso
El golpe de calor es una de las amenazas más graves cuando dejamos a personas o mascotas dentro de un coche cerrado. En pocos minutos, la temperatura corporal puede elevarse a niveles críticos, especialmente en niños y ancianos. La NHTSA advierte que incluso con temperaturas exteriores de 15 °C, el interior de un vehículo puede alcanzar niveles mortales en poco tiempo.
Para prevenir tragedias, los expertos recomiendan:
- Nunca dejar a niños, personas mayores o mascotas dentro del coche, ni siquiera por “un minuto”.
- Colocar objetos en el asiento trasero (como un peluche o bolso) para recordar revisarlo antes de salir.
- Cerrar siempre el vehículo con llave y verificar que nadie quede dentro.
El calor también afecta la conducción
Más allá del peligro físico directo, conducir en un ambiente caluroso reduce drásticamente la capacidad de concentración. Estudios señalan que hacerlo con una temperatura interior superior a 35 °C puede generar efectos similares a conducir con una tasa de alcohol en sangre de 0,5 g/l. Esto se traduce en pérdida de reflejos, mayor fatiga, menor capacidad de reacción y un riesgo aumentado de accidentes.
Además, el sol directo a través del parabrisas provoca deslumbramientos que pueden ser muy peligrosos. Cada año, se atribuyen miles de accidentes a esta causa.
Daños invisibles pero costosos
El calor no solo afecta a los ocupantes, también deteriora el interior del vehículo. Materiales como el cuero, plásticos y gomas se resecan, se decoloran y pueden agrietarse. El volante, el salpicadero y la palanca de cambios son especialmente vulnerables.
Por otro lado, la exposición prolongada al sol también libera compuestos tóxicos (COVs) provenientes de los materiales del habitáculo. Estos contaminantes pueden afectar la calidad del aire en el interior, provocando irritaciones o problemas respiratorios.
Y no olvidemos el daño estético: la pintura del auto, las juntas de goma y los faros también sufren con la radiación UV, envejeciendo prematuramente y perdiendo su color o flexibilidad.
¿Y la radiación UV? Sí, te afecta incluso dentro del coche
Aunque el parabrisas suele filtrar gran parte de los rayos UVA, las ventanillas laterales no ofrecen la misma protección. La radiación solar puede penetrar el cristal y provocar daños acumulativos en la piel. De hecho, un alto porcentaje de los cánceres de piel detectados en conductores aparecen del lado izquierdo del cuerpo, justamente el más expuesto al sol mientras manejamos.
Por eso, se recomienda utilizar protección solar incluso dentro del coche si pasás muchas horas al volante, así como instalar láminas solares en las ventanas para bloquear los rayos UV.
Cómo protegerte (y proteger tu auto)
Aquí te dejamos algunas medidas simples pero efectivas para reducir los efectos del calor y el sol en tu vehículo:
- Estacioná a la sombra siempre que sea posible. Si no hay árboles o techos disponibles, optá por ubicar el coche de modo que el sol no le pegue de lleno al parabrisas.
- Usá parasoles reflectantes. Reducen notablemente la temperatura del habitáculo. Los modelos tipo “paraguas” cubren más superficie y son muy eficaces.
- Abrí las puertas unos minutos antes de entrar. Ventilar el coche antes de encender el aire acondicionado ayuda a expulsar el aire caliente y acelera el enfriamiento.
- Utilizá correctamente el aire acondicionado. Evitá dirigir el flujo de aire directamente a la cara. Lo ideal es mantener una temperatura interior entre 22 y 24 °C.
- Instalá láminas solares o películas UV. Son especialmente útiles si pasás muchas horas manejando y tu coche no tiene vidrios polarizados de fábrica.
- Mantené en buen estado la pintura y las gomas. Aplicar cera protectora y productos específicos para plásticos y juntas prolonga su vida útil.
- Revisá el estado del aire acondicionado y los filtros. Así asegurás una buena circulación de aire y evitás malos olores o contaminantes.
- No dejés objetos sensibles al calor dentro del coche. Dispositivos electrónicos, medicamentos, bebidas y alimentos pueden dañarse o representar un riesgo si se recalientan.
Conclusión: no subestimes al sol
El calor dentro del auto no es solo una incomodidad momentánea: representa un verdadero riesgo para la salud, la seguridad y la integridad del vehículo. Adoptar hábitos de prevención, como estacionar con inteligencia, proteger el interior y cuidar la ventilación, puede marcar una gran diferencia.
La próxima vez que entres a un coche caliente, recordá: el verdadero peligro va más allá del asiento ardiente.